¿Qué Es la Hiperacusia?

La hiperacusia es un debilitante trastorno de la tolerancia al sonido, en el que incluso los sonidos ordinarios y cotidianos se perciben como anormalmente fuertes y, a veces, insoportablemente dolorosos. En cierto modo, es lo opuesto a la pérdida auditiva. El volumen del mundo sube, no baja.

Se desconoce la prevalencia de la hiperacusia; hay muchas definiciones no específicas de la afección, que ponen a las personas con molestias leves ocasionales en el oído junto con las personas con dolor agonizante. Las cifras de prevalencia oscilan entre el 0,2 por ciento de la población y más del 17 por ciento. Puede ocurrir de forma unilateral (en un oído) o bilateral (en ambos oídos).

La causa más común de hiperacusia es una lesión por ruido, a veces llamada trauma acústico, debido a una sobreexposición. La hiperacusia puede ocurrir repentinamente (p. ej., por el despliegue de una bolsa de aire en el automóvil, una alarma por presencia de humo, o una explosión de fuegos artificiales) o gradualmente (p. ej., por la exposición acumulativa de auriculares que no parecen especialmente ruidosos, o por una exposición episódica, como la de los conciertos).

Según la Academia Americana de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello, la hiperacusia también puede estar asociada con una serie de otras afecciones, como lesiones en la cabeza, medicamentos ototóxicos, infecciones virales como la parálisis de Bell, el síndrome de la articulación temporomandibular (ATM), el trastorno de estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés), el síndrome de fatiga crónica y otros trastornos de salud y afecciones neurológicas.

La hiperacusia a menudo se acompaña no solo de tinnitus (zumbido en los oídos), sino también de plenitud auditiva y dolor, que generalmente es ardiente o punzante. También puede haber distorsión del sonido, eco, golpes, aleteos y dolor o presión que se extiende al cuello, la mandíbula, la garganta, el cuero cabelludo y la cara.

Los sonidos ordinarios, como el agua corriendo, los vehículos que aceleran, el zumbido de los electrodomésticos, el raspado de las sillas, el crujido de las hojas, el movimiento de las telas, e incluso las conversaciones normales, son difíciles de tolerar. Por lo general, los tonos altos y las pulsaciones bajas son los más incómodos, al igual que los sonidos artificiales o procesados, como los de los teléfonos o el audio de la computadora.